Inhalo... inhalaba por ti.
Quiero escalar los alpes andinos y destapar una botella en la ausencia de tu cuerpo, respirar el gélido recuerdo de tus llanas palabras y vacíos sentimientos, convertir tus acciones en un manjar de sabores y venderlos al mejor distribuidor para ofrecer una de las piezas más artificiales pero exquisitas que jamás nadie habría podido saborear.
Hacerme rico en recuerdos y un artista pintando tus momentos, deshacerme de los lienzos ya pintados y quemarlos, hacerte inhalar el humo y envenenarte con tu propio opio, recubrir tu piel con las cenizas de todas tus falsas citas y así ya libre, poder volver a esas montañas y escalar libre de tu peso, cual roca venenosa en un rió de salmones, no dejo vivir los peces ni los Ursus que habitaban por montones.
Superviviente, tomando de nuestras lagrimas y comiendo de nuestra carne, en eso se basaba nuestro desayuno, almuerzo y cena, hasta el postre se me hacía fabuloso al rosar mis labios por el infinito, al friccionar dos universos.
lastima que allá no haya perdón para los míos, pues si no fuera así nuestra tribu crecería haciendo de ti una reina Amaní.
Matrona ejemplar, templaria en decisiones y líder en el arte de entender las emociones.
¿Quien mejor que tú? para recrear en el fuego la danza de los huargos nocturnos o el baile de las aves bajo la lluvia, humo parpadeante que lograbas crear con el pestañear de tus ojos, casi Diosa en el arte de todo lo ya mencionado
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