Solo pronunciaba lo que creía conveniente, no paraba de verme a los ojos y gemir mi nombre, una y otra vez solo repetía esa palabra que me fue otorgada para identificarme ante la sociedad, el vapor caliente que exhalaba se convertía en oxígeno puro a mil pies de profundidad, y yo allí, en ese oscuro, frío y tan solo mar, no podría ignorar tal propuesta.
Era como una condena a estirar mi mano hacia la superficie en busca de un poco de piedad, como si mis suplicas nunca pronunciadas fueran escuchadas y el mundo decidiera día a día darme la incesante ayuda para no hundirme más, construyendo bajo la planta de mis pies escalones, uno por uno ayudandome a elevarme hasta lo más alto de este mundo a una velocidad que solo hacia lo opuesto a lo querido.
No requiero de estupefacientes para seguir alucinando como lo estoy haciendo justo ahora, veo tu piel de colores, mejillas rosas, nalgas rojas, rodillas rosa, boca roja, puedo seguir el orden de colores que se arma en tu piel, como una paleta para un artista, casi puedo dibujar en el infinito con las manos, retratar algo inexistente, no darle nombre y hacer que todos lo deseen, poseer y retener.
Vamos cariño, solo pronuncia las palabras mágicas y conocerás la verdadera magia de nuevo, hazme ver la magia un rato más.
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