domingo, 13 de enero de 2019

El hombre más idiota del mundo

 Si, alguna vez llegue a apreciar el sonido de tu voz.


Dicen que el oído humano solo detecta a partir de los quince Hz, pero tu podías susurrar unas palabras desde la cocina y yo estando en el desván sentía cada palabra que decías.

No era necesario alzar la voz a la hora de discutir, pues la hora de discutir nunca llegó.

Nunca me preocupó, hasta que de tus labios salió ese pacífico -"me voy"- lo pude escuchar desde tu casa, a media hora de camino, tiempo calculado en auto tomando vino, quizás una hora y diecisiete minutos a pie.

Entro por mi ventana apartando la brisa fría y congelando cada hueso y parte de mi ser.

Jamás odie tanto a un ser humano, el saber y pensar, recordar y sentir, que cada minuto lleno de oportunidades lo deje ir, perder la oportunidad de contigo volver a compartir.

Como si hubiera ignorado una estrella fugaz, o una obvia colisión de un meteorito que traería paz, un Asteroide bañado en lava...

Jamás me había odiado tanto por no haber aprovechado una oportunidad, oportunidad que me regalaste, con los brazos cruzados y nuestras piernas temblando al compás, "¿Por que no me has besado?" Preguntaste aquella vez, quizás por la excusa que te di en aquel momento o simplemente el destino me susurraba lo que si era cierto.

Que te ibas a marchar y si tus labios llegaba a rozar,  habria hecho cualquier locura para tú partida evitar.

Si, puedo llegar a ser tan egoísta, lo suficiente como para apartarte de todos los sueños de tu lista, pero no tanto como para alejarte de tu futuro, pues no soy quien para decidir cuál insolente verdugo.

 Si, alguna vez llegue a apreciar tu presencia, espero volverlo a hacer, pues hasta por los poros podía inhalar el aroma de tú piel.

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