domingo, 13 de enero de 2019

El calor de la noche

Y exploto el champán, de fondo se escuchaban violines y voces angelicales, lentamente y tan suaves, al unisono subían y bajaban, tan sutil y agresivo a la vez, inexplicable a la palabra humana, tú sonrisa hacia brillar el lugar sin luz y tu voz hacía estremecer cada parte de mi piel, me erizaba con cada murmuro de tus labios susurrantes, y mi paladar disfrutaba del manjar servido por tú dulce lengua.
Las velas parecían danzar en conjunto con tus caderas y mi playera tirada sobre el sofá sentía envidia de no poder sentir lo que estábamos actuando esa noche, tras el telón dos seres creados y criados por la maldad, el amor y la "cordura", el tabú y la vergüenza no tienen cabida en estas cuatro paredes, ni bajo la mesa o sobre el escritorio que usamos como cama tantas veces.
Dulce y leve estar, me provoca e insta a todos los pecados juntos, me conviertes en un fan de cada curva y espacio de ti, quizás sea por el furor del momento o por esos estúpidos angelitos cantando que sienta todo esto, pero no me culpo ni me arrepiento, pues se que lo qué siento es real.
Que triste que tenga que despertar y ver que nada de esto fue real.

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